EL CASTILLO DE LEZUZA

EL CASTILLO DE LEZUZA

EL CASTILLO DE LEZUZA
Por J. Ángel Munera Martínez – Mayo de 2001

Ahora que el Ayuntamiento está realizando obras de consolidación en el Castillo, tratando de evitar que se hunda lo poco que queda, no viene mal hurgar en la historia y destacar la importancia que tiene este monumento para nosotros los lezuceños.

 

El castillo que construyen los árabes (1 y 3) es ante todo una fortaleza militar, que tiene por misión vigilar los caminos que unen el Levante con Andalucía, y los que llevan desde la Meseta al Sureste. El edificio tiene planta cuadrada (13 metros de longitud cada lateral). La altura de la pared que se conserva es de 12,5 metros (2). Los muros inferiores  tienen 2,80 m. de ancho. Su aspecto exterior es fácil adivinarlo viendo las fotografías anteriores a 1985, año en el que se hundió la pared que daba al saliente. Tenía seis aspilleras cada una de las paredes, tres inferiores y tres superiores, y la puerta de acceso estaba situada al mediodía.

 

El interior del castillo cuesta más trabajo imaginarlo, pero viendo fotografías interiores y prestando atención a las estructuras que aún se conservan, se puede adelantar la siguiente hipótesis: La planta baja estaba cubierta con una bóveda de cañón, desde aquí se accedía a una galería o pasadizo que comunicaba con las aspilleras inferiores de las paredes del norte, este y sur. (La pared del oeste carece de galería). Al final del pasadizo unas escaleras llevaban a una terraza interior, y desde aquí se accedía a los ventanales abovedados de las aspilleras superiores. No sabemos si tendría almenas.

 

Toda la obra está hecha de mampostería con argamasa (piedra del terreno cogida con mezcla de cal y tierra). En las esquinas aparecen colocadas piedras de sillería, sin duda recogidas de los edificios de la antigua colonia romana. Es fácil de identificar dos piedras de sillería almohadillada romana que aparecen en la parte inferior de la pared que da a la vega.

 

Los árabes -mejor deberíamos decir moros berberiscos- estuvieron habitando estas tierras desde el año 755 (fin del Condado de Teodomiro) hasta el 1213, en el que Lezuza va a ser liberada por las tropas castellanas.

 

Tras la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el mismo Rey Alfonso VIII de Castilla reunió en Toledo el 28 de febrero de 1213, miércoles de ceniza, a sus caballeros y «ricos omes», milicias de diversas poblaciones, y con la ayuda de las Ordenes Militares se aprestaron a liberar la zona que teniendo por centro Alcaraz había quedado aislada  y desde la cual los musulmanes se dedicaban al saqueo y  pillaje de las tierras de cristianos. Tomaron a los musulmanes el castillo de Dueñas, y después el de Eznavejor, y desde aquí se dirigieron a Alcaraz, cuya ciudad resistió el asedio durante más de dos meses, para capitular el día 23 de mayo de 1213, festividad de la Ascensión. Las tropas cristianas tuvieron 2000 bajas, entre ellas el Gran Maestre de la Orden de Santiago, Don Pedro González.

 

En los días siguientes a la conquista de Alcaraz, las tropas de Alfonso VIII liberaron otros lugares en manos de los musulmanes, entre ellos Lezuza. Pero Lezuza no cayó sin lucha, los moros hicieron feroz resistencia, ya que según cuenta la crónica del rey Juan II, frente al castillo «murieron de los cristianos algunas personas señaladas». Los cristianos al atacar destruyeron gran parte de la ciudad, quedando en pie la mezquita (antigua iglesia de Santa María Luciana) y el Castillo, cuyo alcaide, un moro llamado Abu-Khar lo rindió a condición de que los cristianos respetasen la vida de los vencidos y les dejasen marchar a Alcaraz, y llevar consigo diversos objetos. (3)

 

Tras ser liberada Lezuza por las tropas de Alfonso VIII, ésta quedó incorporada a Alcaraz como una de sus aldeas. El castillo se va a convertir en un baluarte defensivo para sofocar las incursiones musulmanas y después para defender estas tierras de las apetencias de un vecino muy muy ambicioso, el Marquesado de Villena.

 

A principios del siglo XV la ciudad de Lezuza, que entonces estaba ubicada en torno al Castillo, fue castigada por una terrible epidemia de peste que diezmó a la población, y obligó al resto de supervivientes a trasladarse de este «logar doliente e no defendedero» al actual emplazamiento «porque es logar más sano e más fuerte». El Concejo de Alcaraz concedió a los lezuceños y a cuantos quisieron ir a poblar el nuevo sitio una carta puebla (4) por la que se les eximía a los nuevos moradores durante diez años de pagar todo tipo de tributos, ordinarios y extraordinarios. La fecha de la carta puebla es del 11 de agosto de 1411.

 

Dado su interés, algunos fragmentos de la carta puebla los transcribimos a continuación. Uno alude a la voluntad de los lezuceños «de morar y poblar el cerrón de …(actual emplazamiento)». La antigua ciudad se despoblaba cada día más y para esto «facer avedes de gastar e despender vuestras faciendas e trabajo, que lo non podriades cumplir sin ayuda alguna e sin ser relevados de algunas costas e tributos por ende por razón de lo suso dicho e por voluntad que avemos de vos facer bien a merced, damos vos por libres e francos de todos los pechos e tributos que nos el dicho Concejo daremos de…». El relevo en el pago de tributos hizo que la aldea de Lezuza incrementase en pocos años su población, viniendo familias de otros puntos, calculándose que la población se situó en torno a los 750 habitantes (3).

 

Los problemas fronterizos entre el Concejo de Alcaraz y el Marquesado de Villena aumentan. El poderío y la codicia de uno de sus Marqueses, Don Juan de Pacheco, hace que las aldeas de Lezuza, El Bonillo, Munera y Villanueva pasen a depender del Marquesado en el año 1440. El monarca castellano Juan II confirmó tales adquisiciones el 26 de octubre de 1440. Los Marqueses de Villena continúan con sus correrías y en el año 1471 cae hasta la propia ciudad de Alcaraz en manos del Marquesado.

 

Lezuza perteneció al Marquesado de Villena durante 35 años. A mediados del siglo XV el castillo todavía era una obra de interés, aunque la población ya no estaba en el cerro, pero era un punto estratégico de vigilancia y control del territorio, ya que Don Juan de Pacheco deja en testamento a su hija Doña Inés «el castillo de Lezuza» (5).

 

Cuando estalla la Guerra de Sucesión en Castilla (1474-1479) entre los partidarios de la Beltraneja y los de Isabel la Católica, los alcaraceños ven la ocasión de escapar del yugo del Marquesado de Villena apoyando la causa de los Reyes Católicos, puesto que Don Diego López Pacheco, entonces Marqués de Villena, apoya a la Beltraneja.

 

En marzo de 1475, los vecinos de Alcaraz sublevados contra el Marqués y apoyados por tropas de los Reyes Católicos consiguen derrotar al Marqués y recuperan Alcaraz y sus aldeas, entre ellas Lezuza. Lezuza y su castillo están de nuevo dependiendo de Alcaraz.  Una orden dada por la reina Isabel la Católica el 16 de noviembre de 1475 en Valladolid, devuelve legalmente la aldea de Lezuza al Concejo de Alcaraz.

 

El Marqués de Villena aunque derrotado por los Reyes Católicos, no cesa en su empeño de recuperar las tierras que había perdido, y después de reorganizar sus tropas se apodera de algunas poblaciones de las que había sido despojado por el poder real. Lezuza tampoco se ve libre de las iras del Marqués, por eso la reina Isabel la Católica, que de regreso de uno de sus viajes a los campos de Granada acertó a pasar por tierras lezuceñas, deteniéndose en lo que hoy es pedanía de La Yunquera (3), donde pernoctó, aprovechando su estancia los de Lezuza y otras poblaciones cercanas le informaron de las intromisiones del Marqués, por lo que la reina ordenó la demolición de varios castillos, exceptuándose de la destrucción el Castillo de Lezuza, respecto del cual firmó un decreto en Medina del Campo con fecha 4 de enero de 1481, ordenando la conservación de este castillo (1). Tras la firma de este decreto real suponemos que se llevarían a cabo obras de reforma y mejoras que pudieron modificar sustancialmente la construcción primitiva.

 

Lezuza seguirá perteneciendo al Concejo de Alcaraz hasta 1553, año en que Carlos I de España satisface las aspiraciones de los lezuceños otorgando a Lezuza el titulo de «Villa», y segregándola de Alcaraz. Años más tarde Felipe II confirma la autonomía municipal de la villa (6).

 

A partir del reinado de los Reyes Católicos el castillo deja de tener interés militar, la política interior se ha serenado y los intereses de los monarcas de la Casa de los Habsburgo caminan por otros derroteros. A partir  de entonces del Castillo no se acuerda  nadie. Año tras año, siglo tras siglo, … sus piedras se van desmoronando, los hielos y las lluvias abren sus muros, los vientos azotan con crueldad su rostro, algunos aprovechados expolian las mejores piedras de sus paredes, … el castillo está agonizando y nadie es capaz de tenderle una mano.

 

En estos últimos tiempos a lo sumo ha servido para que poetas, pintores o fotógrafos locales y foráneos se hayan inspirado en sus demacradas paredes, para que jóvenes románticos jugasen al amor en sus recovecos o para encandilar a los niños con los múltiples tesoros que guarda en sus entrañas.

 

El, que ha aguantado tanto infortunio, que ha visto tanta sangre derramada a sus puertas, que ha defendido con orgullo a su gente, que ha sido bastión guerrero de nuestra tierra, … no podíamos prolongar más su agonía.

 

Ya, por fin le ha llegado la hora, ha sido tarde, debería haberse hecho mucho antes, pero está bien que celebremos que nuestro castillo lo verán nuestros nietos. Uno de los símbolos de nuestro pueblo, el más antiguo que está en pie, no podíamos dejar que se nos muriera.

  1. Joaquín Roa Erostarbe. «Crónica de la provincia de Albacete»
  2. D. Antonio de Vegas, en su Diccionario Geográfico (1806), dice que tiene «30 varas de elevación» (equivalentes a 24,9 metros). Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico Histórico (1845) se refiere al castillo diciendo que tiene «20 varas de altura» (16,6 metros)
  3. Blanca López Torres. Historia de la Villa de Lezuza.
  4. Aurelio Pretel  Marín. Alcaraz, una ciudad castellana en los siglos XIV y XV.
  5. Francisco Silva. Rubí Sanz Gamo.
  6. Luis Guillermo García Sahúco. Heráldica municipal de la provincia de Albacete.

Nota posterior:  (Febrero 2007): Según las últimas informaciones, por los materiales empleados y la técnica constructiva, el castillo se asemeja más a una construcción cristiana que musulmana.

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