LAS ANTIGUAS DEVOCIONES DE LEZUZA

LAS ANTIGUAS DEVOCIONES DE LEZUZA

LAS ANTIGUAS DEVOCIONES DE LEZUZA
Por Ramón López Torres – Mayo de 2001

Después del traslado de la población de Libisosa al actual emplazamiento de Lezuza, en la Colonia quedó en pie un templo que estuvo dedicado a la diosa Lucina, patrona de las mujeres que estaban en cinta, pero seguidamente al Edicto del Emperador Constantino por el que el catolicismo penetró en el Imperio, dicho templo fue dedicado al culto católico bajo la advocación de Nuestra Señora de la Luz Ana o Santa Mana Luciana, cuyo templo duró hasta el siglo XIX, siendo ésta la primera devoción conocida de los lezuceños. Dice Alonso de Requena que este templo y ermita de Nuestra Señora Luciana siempre visitado por los fieles, al entrar en él produce una gran devoción y fervor y tenía en sí no sé qué olor celestial que no se alcanzaba a poderlo explicar, cuyo olor y fragancia han experimentado muchas personas, agregando que en otro templo o ermita situado en Terrinches (Ciudad Real), dedicado igualmente a la Virgen Luciana, se ha experimentado ese olor y fragancia.

A dicho templo, hasta que se hundió se iba en procesión y se decía misa tres días al año, la Purísima, 8 de diciembre, la Conversión de San Pablo, 25 de enero y el día de San Ivo, 19 de mayo.

La devoción a Sta. María Luciana fue muy fuerte y arraigada, siendo objeto el templo de muchas donaciones de bienes por parte de los fieles, que con el tiempo se fueron vendiendo; así en 1.785 fue vendida una casa perteneciente a dicha ermita, sita en Lezuza en la calle Catalina del Amo, por 725 reales para con su precio reparar dicha ermita ya que se había hundido por aquel entonces la mitad de la misma y en 1.798 fueron vendidas 53 fanegas de tierra en el sitio Hoya de la Virgen de Encina Hermosa también propiedad de la ermita por 2.858 reales y 26 maravedíes a D. Pedro Antonio Malo de Tejada, párroco de Lezuza al cual tomó posesión de las mismas el día 13 de mayo de 1.802, dándole posesión el alcalde de la Villa D. José Olivas y Denia, Abogado de los Reales Consejos, introduciéndole en dichas tierras, en las que quitó piedras, arrancó romeros, cortó ramas e hizo otros actos en señal de posesión.

Esta devoción se ha perdido quedando sólo como recuerdo de ella una calle que desde muy antiguo lleva el nombre de Santa María Luciana, conocida por calle Luciana.

Otra devoción, aunque menos antigua, es la de los Santos Vicente y Leto, que con la destrucción de su templo por Leovigildo y la invasión sarracena después, siguió la suerte de la anterior; también en su recuerdo sendas calles de Lezuza, ya en nuestros días han sido rotuladas con los nombres de estos mártires. San Cristóbal y San Sebastián tuvieron también sus devotos en otro tiempo, llegando a levantárseles dos ermitas a ellos dedicadas, que no fueron concluidas, terminando por desaparecer y con ello desapareció igualmente tal devoción.

También San Pablo gozó de la devoción popular, guardándose la fiesta del 25 de enero, Conversión de San Pablo, haciéndose procesión con su imagen y misa en Santa María Luciana, votando la villa en 1.633 guardar esta fiesta a perpetuidad, con procesión y misa en aquella iglesia, voto confirmado por el arzobispo de Toledo; con el hundimiento de tan repetida ermita se palió esta devoción. Una calle de Lezuza recientemente dedicada al Apóstol de las Gentes es el solo testigo de aquel fervor religioso.

El Santo Cristo de la Salud fue otra advocación muy venerada por los lezuceños, levantando una ermita con esta dedicación dentro de la villa, en ella se enterraron los fallecidos desde el día 16 de octubre de 1.803 al 15 de diciembre del mismo año. Hundida su techumbre, permaneció en esta situación largo tiempo, hasta que fue reconstruida pero con dedicación bien diferente a la de iglesia. Una calle y una plazuela de la villa, lugar de su emplazamiento, llevan el nombre de este Cristo desde tiempo inmemorial, pero también como devoción popular por los lezuceños puede considerarse perdida.

Del mismo modo, fue el pueblo de Lezuza muy devoto en otros tiempos de San Ivo, religioso francés nacido en la región de Bretaña en 1.253 el que se distinguió por su austeridad y su amor a la justicia y a los necesitados, falleciendo en 1.303 y al que constantemente hacían los lezuceños ofrecimientos y promesas guardándose su fiesta. Este Santo tenía en la ermita de Santa María Luciana una imagen y un altar a donde iban los fieles cada 19 de mayo, festividad del Santo, a oir misa y hacer una procesión. Pero ¿cómo llegó esta devoción a Lezuza?  Alonso de Requena dIce que no sabe cómo llegó a Lezuza tan fuerte devoción por este santo bretón, abogado de los pobres, pero el sacerdote – no ha mucho fallecido- nacido en Tiriez, D. Agustín Lozano Sánchez, con verosímil hipótesis, apunta que tal devoción debieron introducirla los frailes franciscanos y dominicos con los cuales estaba muy ligado el Santo desde principios del siglo XlV.

Ya que el bienaventurado Carlos de Blois mandó construir a sus expensas en todas las iglesias de los padres predicadores (dominicos) y de los hermanos menores (franciscanos) de Flandes un altar con un retablo y una imagen de San Ivo bellísimamente decorados.

Y como quiera que hay un tiempo en que toda la zona del Arcedianato de Alcaraz -al que siempre perteneció Lezuza­, tienen gran contacto e influencia tanto los dominicos como los franciscanos, ubicados en varios pueblos de dicho Arcedianato (Alcaraz, El Bonillo, Liétor; Ossa de Montiel, etc.) bien pudiera ser que fueran ellos los que trajeron la devoción de San Ivo, o bien a través de los franceses que en distintas épocas vinieron masivamente a España estableciéndose definitivamente en ella como artesanos: herreros, carpinteros, tallistas, tejedores, etc., pero dada la época en que San Ivo gozó del fervor popular en Lezuza parece más segura la primera opinión.

Aunque no tan antigua como la de la Virgen Luciana, siempre gozó de la devoción del pueblo la Santa Cruz, en cuya ermita había una imagen antiquísima con dicha advocación pues en 1.595 ya se ordena retejar dicha ermita y en 1.596 llegó a ella el Visitador de Toledo, ordenando entonces se hiciese una nueva imagen con limosnas porque la vieja era «indecente»; la imagen que entonces se hiciera debe ser la actualmente existente de Nuestra Señora de la Cruz, constando que en 1.698 ya había el día de la Cruz, procesiones y misa en su honor.

No se conoce con exactitud la fecha en que fuese la Virgen bajo tal advocación declarada patrona de la villa, pero sin duda olvidado el patronazgo de los Santos Mártires y sin perjuicio de la devoción de Santa María Luciana, el fervor del pueblo debió centrarse sobre la Virgen de la Cruz, en razón a su fama de milagrosa y poco a poco empezar a llevarse a cabo actos religiosos en su honor, acabó siendo tenida por tal patrona que la autoridad eclesiástica debió confirmar, aunque de ello no he podido conseguir noticia.

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