LA DULZAINA, J. JAVIER TEJADA. DULZAINERO

LA DULZAINA, J. JAVIER TEJADA. DULZAINERO

LA DULZAINA – BREVE HISTORIA
Por J. Javier Tejada. Dulzainero – Mayo de 2004

El instrumento folklórico merece mención aparte entre los objetos etnológicos, es decir entre los útiles adoptados por una determinada cultura con un fin determinado y representativo del estilo de vida de dicha cultura. Estos instrumentos etnomusicales están vinculados a la cultura que los posee y suelen tener insertas ideas de ritualismo, de símbolo, de mito … y merece mención aparte porque ninguno de estos objetos etnológicos ha viajado tanto y tan lejos como los instrumentos musicales tradicionales que se originaron en unas latitudes y fueron transportados por pueblos y culturas desarrollándose a miles de kilómetros de sus primeras huellas.

Esta es también la historia de la dulzaina -la pita- cuyo origen se pierde en el tiempo y su presencia se extiende por buena parte de la Europa mediterránea, Asia, Oriente Medio, Africa y América del Sur.

Haciendo un rastreo de los instrumentos que forman la familia de las dulzainas como oboes (esto es;  aerófonos de doble lengüeta) y sus representantes primigenios, los encontramos en las cuencas del Tigris y el Éufrates hacia el III milenio antes de Cristo. Más tarde, a través del sustrato oriental de la cultura helenística, en Grecia el aulós era el representante primitivo de estos arcaicos oboes que posteriormente heredó en pueblo romano denominándolo tibia.

Pasados los siglos oscuros de la edad media más lejana, arraigó este instrumento entre los pueblos musulmanes, adquiriendo la forma que actualmente tienen, parecida a nuestras actuales dulzainas y que en AI-Andalus le llamaron en principio zolami . A través de estos pueblos andalusíes se introdujo en la península Ibérica pero también fue incorporado al resto de Europa a través de las importaciones culturales de las Cruzadas medievales. Aún hoy existen instrumentos muy similares a nuestras dulzainas en el norte de Africa que reciben el significativo nombre de al-ghaita , el mismo nombre que se le da en algunas comarcas albaceteñas, en el maestrazgo, en el Bajo Aragón, en las tierras del Bajo Ebro y en muchas comarcas de Castilla.

Una cuestión complicada es la de la nomenclatura ya que varía temporal y espacialmente. Antes del siglo XV  los instrumentos de estas características eran conocidos probablemente como «albogues» aunque esta terminología se reserva ahora para instrumentos tradicionales de caña simple (clarinetes como la gaita gastoreña -de Gástor- o la alboka de Euskal Herria). Hasta 1461 en la Crónica del Condestable Miguel Lucas no aparecerá en castellano la denominación «chirimía» -chiremía- de origen francés.  Esta denominación es muy frecuente en los documentos históricos referentes a nuestra provincia en la que hubo grupos de ministriles de chirimía de gran renombre.

Con esta nomenclatura habremos de buscar nuestro instrumento durante el Renacimiento. En esta época los ministriles de chirimías o ministriles de caña entera, eran los protagonistas de la «alta música»; la música interpretada al aire libre o en espacios muy amplio para romerías, procesiones, misas, danzas y bailes. Es importante incidir en el término chirimía y en los instrumentos que designa ya que además de ser el vocablo utilizado para la dulzaina aún hoy en muchas comarcas españolas y americanas, la dulzaina actual es la huella, la pervivencia popular y rural de todos aquellos instrumentos que se agrupaban bajo esa denominación.

En el siglo XVII empieza a aparecer la denominación dulzaina como algo similar aunque quizá no igual a las tradicionales chirimías. Que los moros no usan campanas sino unas dulzainas que parecen nuestras chirimías, podemos leer en El Quijote. En los Diccionarios de Autoridades del S. XVIII definen diferenciadamente chirimía (D. Autoridades 1729) y dulzaina: Diccionario de Autoridades. 1732. Dulzaina: Instrumento músico a manera de trompetilla. Usase en las fiestas principales para bailar: tócase con la boca, y es de tres quartas de largo más o menos y tiene diferentes taladros en que se ponen los dedos. ( … ] Usaron mucho los Moros de este género de instrumento, y aún oy se usa mucho en los Reinos de Murcia y Valencia ( … ]

Hay que tener en cuenta que en el siglo XVIIlas chirimías estaban evolucionando de tal modo que la discanto de la familia dio lugar a los oboes del barroco y por tanto esa es la raíz de los modernos oboes de orquestas y bandas. Lógicamente hubo muchas chirimías transicionales que se habían separado definitivamente de las dulzainas populares.

El Diccionario Academia Usual de 1817 sitúa las dulzainas en entornos más populares mientras que en esta época, el uso de la chirimía en entornos cultos, prácticamente ha desaparecido.

El influjo de la música academicista burguesa y urbana genera instrumentos y músicos «de segundo orden» que quedan circunscritos a entornos populares y rurales con dedicación semiprofesional en contraposición a los profesionales músicos urbanos adoptados por la sensibilidad burguesa que ejecutan instrumentos que evolucionan rápida y continuamente a la par que sus repertorios. Así nos encontramos con el instrumento en su situación actual, asociada a festividades y rituales de tipo rural.

En la Península Ibérica nuestro instrumento, con pequeñas variantes territoriales, recibe multitud de nombres: dulzaina (el más extendido: Castilla, Aragón, Euskadi (dultzaina), Navarra, País Valenciano (dolçaina) y sur de Cataluña … ), gralla (Cataluña), xirimita (Alicante), gaita, ya comentado anteriormente, y La PITA en Albacete, Cuenca y Murcia. El rol social de dulzainero es definido en Cuenca, Albacete y Murcia como EL  TÍO DE LA PITA.

Realmente esta función del Tío de la Pita -honrosa denominación, por cierto- en las fiestas populares es exactamente la misma en todas poblaciones de la península donde existe aún la dulzaina – la misma que el gaitero en Galicia, Aragón, Asturias, Cataluña … ­y enormemente parecida a los tocadores de alghaita del Magreb: la funcionalidad de la música es la misma y los instrumentos similares.

Creo que quedará claro a los que hayan tenido la paciencia de leer hasta aquí que la dulzaina enmarcada dentro de estas fiestas, va mucho más allá de la mera presencia de este gritón instrumento, pesadilla de los «sanochaores» . Enmarca este rito festivo dentro de una corriente cultural milenaria, la cultura mediterránea, que le otorga un sentido valiosísimo como bien patrimonial colectivo que sólo existe porque durante siglos ha existido quien lo celebre, lezuceños y lezuceñas de muchas generaciones que se han reunido en esta misma plaza Mayor para escuchar estos mismos sonidos característicos de palos entrechocando sobre el canto intemporal de LA PITA.

Síguenos y dale a Me Gusta:
Tweet 20
fb-share-icon20
No Comments

Sorry, the comment form is closed at this time.