Patrimonio Arqueológico

El enclave arqueológico de Libisosa y su Colección Museográfica es a día de hoy un referente científico y de difusión del Patrimonio arqueológico.

Nos encontramos ante un enclave que goza de una ubicación privilegiada, ya que se encuentra en el centro de un territorio surcado por un entramado viario fundamental en la península ibérica. Hablamos de los caminos ganaderos más importantes desde la Prehistoria y Antigüedad, además debemos tener en cuenta que por estas mismas vías se realizaba la salida de minerales hacia el Sureste y el Levante, explicando este hecho el alto valor estratégico del enclave en el mundo antiguo y su aparición en los principales itinerarios de la época; los Vasos de Vicarello, el Itinerario de Antonino y el Anónimo de Rávena.

 

El horizonte cronológico del yacimiento comienza en la Edad de Bronce, existiendo huellas arqueológicas del Bronce Final y el Orientalizante, aunque de estas fechas son mejor conocidos los asentamientos cercanos y dependientes, seguramente del centro Vertebrador de Libisosa.

 

Probablemente desde el Ibérico Antiguo (ca. 500 a.C.) en el Cerro del Castillo de Lezuza existe un oppidum Ibérico que se convertirá en el principal beneficiario del control de las vías de la región y el comercio que circula por ellas, hasta llegar al lugar que organiza y jerarquiza el territorio circundante.

En el Ibérico Pleno, Libisosa desarrolla por completo su actividad. Las excavaciones han documentado algunos restos de los siglos IV-III a.C. en la ladera norte, algunos sillares pertenecientes a monumentos funerarios ibéricos, así como cerámica ibérica pintada, estampillada y de barniz rojo, y otras de procedencia griega. En esta fase Libisosa se puede considerar un gran asentamiento o lugar central en el espacio de Albacete.

 

De este modo, podemos decir, que dispuso de una demarcación y extensión propias, que se identifican con el Campo de Montiel. Su territorio delimitaría por el sur con el oppidum de La Piedra de Peña Rubia, en Elche de la Sierra, y por el este con Saltigi, ubicado en Chinchilla. Sin que hasta el momento los límites norte y oeste estén bien delimitados, no pueden ir mucho más allá de Villarrobledo y las Lagunas de Ruidera, respectivamente.

En la fase del Ibérico Final o Iberorromana el yacimiento presenta un rico registro documental en los sectores 3 y 18, con datación del siglo II y primer cuarto del I a.C. Los restos hallados en esta zona septentrional del cerro hacen pensar que este oppidum adscrito a la regio de la Oretania alcanza un alto desarrollo urbano y económico, y es esta fase la que constituye una mina para la investigación y para el Patrimonio arqueológico de Lezuza. Su destrucción violenta tendrá lugar en el marco de las guerras sertorianas (82-72 a.C.), e inmediatamente después el ejército romano levantará una muralla que rodeará la cúspide del cerro, y de la que se han excavado y puesto en valor las puertas norte, noroeste y sur.

 

Después de un hiato temporal que abarca el resto del s. I a.C., y del que no tenemos prácticamente huellas arqueológicas, Roma otorgará al enclave la categoría protourbana de forum, probablemente en los últimos años del siglo I a.C.

Se trata de un modelo complementario a la colonización y municipalización puesto en práctica para centralizar la actividad económica en un ámbito rural.

 

El forum funcionaría como centro comercial en una zona poco urbanizada, con predominancia de hábitat disperso, situado en el entorno de una importante vía que había servido desde antiguo como conexión con la Alta Andalucía: la vía Heraclea. Pocos años después se transforma, bajo el principado de Augusto, en colonia romana, recogiendo el apelativo de Foroaugustana como herencia de su anterior condición jurídica, y a la que se otorgará el derecho itálico, uno de los pocos casos conocidos en el Alto Imperio. La condición colonial de Libisosa está referenciada epigráficamente en el municipio de Lezuza por la presencia de la inscripción de época de Marco Aurelio, reutilizada en la pared de la Casa de la Tercia.

 

Desde la crisis que afecta a buena parte de las ciudades hispanas en el s. III hasta el período bajomedieval se registra un vacío de documentación arqueológica y literaria. Es a este período (s. XIII-XV) al que corresponde la torre vigía, conocida popularmente como el castillo, así como un complejo político-religioso vinculado a una orden militar.

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